
Tiene miedo, pero como no puede decirlo, se lo traga y para que no la consuma, su fantasía se inventa sortilegios que le permitan creer que todo está en orden: la puerta y el gas correctamente cerrados (uno, dos, tres hornallas y la llave de paso), la plancha desenchufada, la estufa fuera de servicio y las velas apagadas. Son demasiadas velas, vuelve a chequear una a una.
En estos días, todo ritual de manías repetitivas y obsesiones diversas son el salvavidas que la mantienen a flote de miedos que la ahogan.